Tras cuatro años complicados, el mercado de oficinas mostró una recuperación notable en 2024, con una absorción bruta de casi 200 mil metros cuadrados al cierre del tercer trimestre. De este total, el 70% corresponde a oficinas clase A, lo que resalta la preferencia por espacios modernos, funcionales y de alta calidad. De cara a 2025, la Asociación Mexicana de Fibras Inmobiliarias (AMEFIBRA) proyecta el desarrollo de 250 mil metros cuadrados adicionales de oficinas, con lo que esperamos que se consolide un panorama dinámico y competitivo.
Si bien, vislumbramos una perspectiva más estable para este segmento, la realidad es que las empresas se siguen enfrentando al desafío de adaptarse rápidamente a cambios en su tamaño, estructura operativa y necesidades estratégicas. Este dinamismo exige no solo espacios de trabajo más flexibles y funcionales, sino también una mayor precisión en el control de costos, alcances y programación durante la realización de proyectos de construcción de oficinas.
En este contexto, la preconstrucción se posiciona como una herramienta estratégica para mitigar riesgos, optimizar recursos y garantizar que se cumpla con los estándares de calidad y funcionalidad que las empresas necesitan para asegurar el éxito de los proyectos de interiores de oficinas corporativas.
La preconstrucción es una fase estratégica que tiende un puente entre los planes iniciales y las actividades físicas de construcción en sitio. Durante esta etapa, se refinan las ideas iniciales para convertirse en planes concretos, buscando un equilibrio entre rentabilidad y calidad, al tiempo que se identifican y mitigan riesgos potenciales. Su esencia es transformar las líneas generales en detalles específicos.
El trabajo que se realiza durante esta fase prepara el terreno para el éxito, contribuyendo en tres aspectos fundamentales:
- Alinear los esfuerzos de los equipos involucrados con las expectativas del cliente: Una planeación detallada permite alinear diseño y presupuesto de acuerdo con el monto objetivo de inversión del proyecto.
- Optimización de recursos (tiempo, dinero, materiales): Al establecer cronogramas realistas y presupuestos precisos, es posible evitar desperdicios y maximizar la eficiencia y determinar cuál será la ruta crítica del proyecto.
- Anticipación y disminución de riesgos: La identificación temprana de riesgos facilita la implementación de medidas preventivas, garantizando una ejecución más fluida.
En este escenario, la incorporación del contratista general aporta un valor significativo. Es un socio estratégico, el cual, desde la fase inicial aporta su experiencia en constructibilidad, estimaciones presupuestarias, programación y posibles métodos de construcción, para guiar la toma de decisiones y mejorar la programación de la obra.
Además, al involucrar a un contratista general desde la concepción de un proyecto de oficina flexible, se puede optimizar el diseño para futuras adaptaciones, seleccionar materiales sostenibles y planificar instalaciones eficientes energéticamente, alineándose con las tendencias actuales del mercado.
Por otro lado, es clave la implementación de herramientas digitales para facilitar la comunicación, seguimiento y ajuste de planes en tiempo real.
La preconstrucción no es solo una fase inicial en el desarrollo de un proyecto; es el cimiento que garantiza su éxito. En un entorno donde los tiempos apremian y los presupuestos deben optimizarse al máximo, este proceso estratégico permite anticipar problemas, reducir costos y establecer un plan claro que guíe cada etapa de la construcción.
Cuando se implementa esta primera etapa en combinación con la experiencia y el conocimiento técnico de un contratista general, así como el uso de herramientas tecnológicas avanzadas para la gestión de proyectos, las empresas pueden estar seguras de que sus oficinas no solo se construirán en tiempo y forma, sino que también cumplirán con los más altos estándares de calidad, funcionalidad y sostenibilidad.
Paola Govea
Es directora de Estrategia Comercial y Mercadotecnia en GAYA. Cuenta con más de veinte años en las industrias de construcción y bienes raíces. Es licenciada en Administración de Empresas por la Universidad Iberoamericana, complementando su desarrollo académico con una especialización en Mercadotecnia y con un master en Ventas por Sandler Training Institute, así como la certificación en Venta Estratégica por la firma Miller Heiman.